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sábado, 8 de mayo de 2010

gitanos y el franquismo

En tiempos del franquismo los gitanos tenían que vivir como aquellos que huyen de la justicia, semiescondidos porque nada más verles la guardia civil, sin apenas pedirles papeles y sin escucharles, les echaban; llegaban a otro sitio y les volvían a echar y así, sucesivamente, de un lado para el otro.

No les dejaban vivir, no les daban ninguna oportunidad, les acosaban constantemente. Este acoso, a su vez, llevaba a que de vez en cuando se vieran obligados a robar por necesidad -el hambre les obligaba-. De esta manera, no robaban por robar, robaban para que sus hijos no murieran de hambre y, por ello, robaban patatas del campo y algunas gallinas y/o burro para llevar los pocos trapos que tenía.

Esto sí es cierto y real. El problema es: ¿cuánto pagaron por ello?, ¿Cuántas palizas les dieron? Estas palizas fueron malas, pero fueron más malas y más crueles las palizas que le dieron por las gallinas que se comieron los payos y tuvieron que pagar ellos. Esto, por desgracia para el gitano, no nos cabe la menos duda, sucedía con bastante frecuencia.

Los gitanos viejos cuentan que cuando se acercaban a algún pueblo las vecinas al verles llegar llamaban a las gallinas por miedo a que se las robasen. De igual manera, si se daba el caso de que se echaba en falta alguna gallina, en aquel momento, los vecinos se ponían nerviosos y sin buscar más decían que les faltaban aquellas gallinas y que habían sido los gitanos porque les habían visto por aquel lugar. El siguiente paso era llamar a la guardia civil, que se presentaba en aquel lugar, detenían a los gitanos y sin más les llevaban al cuartel, donde se les pegaba la gran paliza. Se cuenta que a veces llegaba la dueña de las gallinas diciendo que habían aparecido, pero los pobres gitanos ya salían que no podían ni moverse de la paliza recibida.

También se cuenta que a veces las familias gitanas que pasaron por lo indecible (malos tratos y vejaciones) se encontraban esperando que se cocinaran unas patatas, con un hambre tremenda y sin haber probado bocado -ni mayores ni criaturas- alrededor del fuego, y en ese momento crítico llegaba la guardia civil y sin compasión, ni miras de ninguna clase, le pegaban una patada a la pota y tiraban las patatas, echándoles a continuación del lugar.

Y yo os pregunto ¿cómo reaccionarías en ese caso? Y, en el puesto de esa gente, ¿cómo no se va a engendrar odio en los corazones?, ¿Cómo se puede hablar bien de aquel que te ha hecho mal y mucho daño?, esto, queridos compañeros, es una parte de la realidad de un pueblo que, por el hecho de llamarse gitano, es rechazado

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